¡Buenas tardes!
En la actualidad, son numerosas las circunstancias que afectan
a las familias españolas: problemas económicos, separación, emigración, entre otras. Esto se puede reflejar también en
los niños, afectándoles y creando en ellos fuertes sentimientos de tristeza, ocasionándoles
desde comportamientos disruptivos, agresividad, aislamiento, baja autoestima…
En la escuela, las maestras deben ser sensibles a los
cambios de comportamientos que indiquen la presencia de alguno de estos
problemas, para poder poner remedio cuanto antes. Una buena manera de trabajar con
los niños cuando ocurren estos hechos es a través del aula de educación física.
Como ya hemos visto, a través de esta materia se trabaja el
desarrollo integral de los niños, y todas las actividades deben ir encaminadas
al trabajo de los aspectos cognitivo, afectivo, social y motor.
En este caso, nos interesa centrarnos en el aspecto
afectivo, para crear situaciones que refuercen el autoestima de los niños y les
hagan sentirse valorados por su grupo de iguales.Una buena ocasión para esto son los juegos en equipo que se
llevan a cabo en el aula de Educación Física, ya que de esta manera se fomenta
la cooperación entre los alumnos.
Sin embargo, aunque sí hemos podido observar en las clases prácticas
la realización de juegos en equipos, lo que no está tan bien visto son los juegos
competitivos. Sin embargo, ¿es realmente perjudicial el uso de estos?
En mi opinión, esta pregunta tiene una respuesta afirmativa
y negativa al mismo tiempo.
Por un lado sí, ya que se pueden desarrollar
en los alumnos actitudes demasiados competitivas entre ellos, predominando el afán
por ganar antes que el interés por disfrutar y aprender.
Por otro lado no, ya que gracias a ellos los
alumnos se sienten parte de un equipo, ayudándose y animándose para conseguir un objetivo común.
Todos son importantes, y el éxito depende de la participación de todos.
El lunes pasado, durante la sesión realizada por mis compañeras en la clase de Educación Física, se realizaron algunos juegos en las que estábamos agrupadas en dos equipos. Sin embargo, en ningún momento se creó un clima de tensión ni de competición, sino únicamente de disfrutar y pasarlo bien.
En conclusión, todo
es bueno en su justa medida. Es decir, sí que se pueden plantear juegos agrupando a los niños en dos equipos los cuales se tengan que enfrentar, pero sin premiar al equipo que gane ni “humillar”
al que pierda. De hecho, no es que se puedan plantear, es que se debe hacer debido a las ventajas que poseen, como la creación de vínculos afectivos o el desarrollo de actitudes y valores como el respeto y la cooperación, logrando así crear un clima adecuado en el aula y unos niños felices y plenamente desarrollados, que al fin y al cabo es el objetivo final de la Educación Infantil.
¡Hasta la semana que viene!
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